top of page
Buscar

Emociones que vienen y van: 3 pasos para comenzar a gestionar tu mundo emocional

Actualizado: 6 mar 2023


¿Quién no se ha encontrado en medio de un torbellino emocional? ¡Sí, un torbellino! Esos momentos en que no podemos descifrar que nos sucede, solo sabemos que es algo intenso y generalmente no sabemos cómo gestionarlo ni procesarlo. ¿Es una sensación de pura explosión y cero control, o no? Únicamente es necesario un estímulo mínimo para que nuestra reacción sea gigante y totalmente desbordada. ¿Resuenas con esto? ¿Qué nos está pasando en ese momento? ¿Y cómo aprendemos a gestionarlo de una forma más eficiente y sobre todo más sana?


Primero entendamos que toda emoción es una reacción a un estímulo del exterior, es una respuesta instintiva a lo que percibimos de nuestro entorno con la intención de ayudarnos a adaptarnos de la mejor manera a lo que sucede. Lo que sentimos depende de nuestras experiencias pasadas, porque según lo que hemos vivido y cómo hemos procesado estos eventos, así reaccionaremos de una manera determinada ante una situación, esto hace que todos reaccionemos distinto ante un mismo evento. Entonces, según cuanto creamos que un evento que estamos viviendo será el nivel de intensidad de la emoción y puede afectar nuestro bienestar. Según esto conectaremos con miedo, rabia, tristeza, felicidad, disgusto, sorpresa, enfado u otra emoción.


Somos seres emocionales, y por eso respondemos emocionalmente, con más o menos consciencia de eso. Muchas veces vivimos desbordados emocionalmente y actuando reactivamente a todo lo que nos sucede, sin control, sin consciencia. Vivimos estresados, contraídos, a la defensiva. Y la verdad es que muy poco nos enseñan de todo nuestro mundo emocional. Por eso es importante aprender a gestionar nuestras emociones, es decir, canalizarlas para poder estar en armonía, evitando que nuestro mundo emocional nos quite toda nuestra energía.


Cuando logramos abrirnos a sentir, a observar lo que nos sucede, a ver qué patrones de respuestas tenemos ante situaciones similares, comenzamos a aprender a escuchar y reconocer nuestras emociones. Aparece la armonía y comenzamos a tener relaciones sanas, somos más productivos, más creativos y más felices. ¿Por qué? Porque nos permitimos que aquello que sentimos se adueñe de lo que somos. Podemos darnos ese espacio para poder mirar desde nosotros y desde ahí responder. Porque somos más que nuestras emociones.


Saber lidiar con nuestro mundo emocional es conocernos un poco más. Por eso es tan valioso aprender a gestionar nuestras emociones, lo bueno es que se entrena. ¿Cómo lo hacemos?


Primero entender que no existen las emociones negativas. Las emociones simplemente son, no podemos controlar que las emociones aparezcan. Pero, ¿Qué hacemos con ellas?. Las emociones tienen una razón de ser, hay estímulos que nos llevan a experimentar determinadas emociones y es inevitable.


El miedo, por ejemplo, es una respuesta a las situaciones de amenaza. La ira también es una respuesta defensiva, prepararnos para el ataque cuando hay un peligro. Es importante saber interpretarlas, saber qué nos quieren decir cuando aparecen.


Entonces lo segundo es abrirse a sentir sin juicios las emociones. Olvidando todas esas enseñanzas que estigmatizan ciertas emociones como buenas o malas. Las emociones no nacen porque sí, ni desaparecen porque sí. Reprimir lo que sentimos no es una manera sana de procesarlas. No mirarlas no implica que no estén o que vayan a desaparecer solas. Cada emoción debe escucharse, procesarse y dejarla ir. Todas las emociones son legítimas y tienen pleno derecho a existir y a expresarse. Si aceptamos lo que sentimos, será mucho más fácil gestionar las emociones. Solo el hecho de prestarles atención ya permite comenzar a canalizarlas. Porque al observar la emoción estoy aceptando y dejando que circular en mí.


Es fundamental poder mirar lo que nos sucede, preguntarnos qué sentimos, dónde lo sentimos en nuestro cuerpo, buscar el origen de esa emoción y qué nos hace conectar con esa emoción para entender qué nos quiere hacer ver. Podemos comenzar a ver cuánta reactividad hay en nuestro accionar, y así dejar de ser víctimas de lo que sentimos. Podemos darnos cuenta cuando estamos enojados y poder observar la ira sin dejarnos arrastrar por ella.


Por último, es necesario también ser crítico con nuestros pensamientos porque llevan a hacernos sentir de determinada forma. Recordemos que nuestra mente es un filtro para ver lo que sucede, lo interpreta. Y esa interpretación va a repercutir en cómo nos sentimos ante lo que estamos viviendo.


Entonces es vital observar nuestros pensamientos mecánicos, repetitivos y darnos cuenta de cuanta verdad tienen y de lo que nos estamos diciendo.


Aprender a gestionar las emociones de manera inteligente implica estar plenamente despiertos, atentos y enfocados hacia nuestro mundo interno. Es llevar la atención hacia nosotros y movernos desde ahí con presencia. Con conciencia, entendiendo que las emociones no nos definen, son pasajeras, vienen y van, y si las reconocemos y las procesamos también las podemos cambiar.


 
 
 

Comments


    Quiero recibir más información

    Gracias por registrarte!

    bottom of page